Vienes a mí como un gato de cristal que sangra
No sé si envuelto en el olvido
O trepado en el corcel que arrastra mis imágenes.
Cada vez que despierto te confundo con la sombra
La sombra huye
Se lleva mi presencia
La sombra confundida me confunde
A mi lado un hombre arpegia su corazón gastado.
Si pudiera apagar los rostros dentados,
Las gráficas inconclusas
Y los ojos de un teleférico que se incrusta en la montaña.
Si pudiera volver a mi raíz de miedo,
Presenciarme
Y descongestionar mi sangre para pensar en rojo
(o al menos capturar un sol de nieve)
zafar mis grilletes de seda antes que desgarren mis sienes,
pensamiento vago,
si fueras una hoja que yo pudiera guardar como si nada
si al menos fueras hielo para yo ser fuego
si dejaras esa simple manía de ser sólo recuerdo
memoria
pensamiento quieto
si no fueras más hilo homicida
si fueras huracán,
jirón,
cascada,
trueno
y no ruido callado,
nudo cobarde de desvelos.
II
El abstracto me invita cada vez que tú duermes
La imaginación me hace reír cuando te creo muerto
O vivo para otro tiempo, para otro espacio.
El asombro me sorprende,
Varios niños saltan de la página a mi rostro;
Hay un niño que se duerme cada vez que tú no estás.
A pesar de tu imagen, la brisa toca mi mente
Me proceso para otra hora, para otra ocasión,
Decido tocar con uvas la razón
(ya la sombra es una proyección de cuadros divergentes
casi perfectos, llenos de fibra
incluso tocados por la fantasía)
Me arriesgo;
Mi reacción se corresponde con una fuerza mutua
Salgo del plano concreto y propongo lo concreto
Dejo de ser objeto y me sujeto
Para capturar la palabra de un oído
Me sitúo en el sendero integral de la inteligencia
Y subo
Ni las cosas ni las sombras me lo impiden.
Mi alma certifica que me siente,
Se eleva conmigo a todas partes,
Va donde lo inteligible supera lo sensible
Porque ya no hay cadenas ni sepulcros.
Todo lo que sé de olvidos y artimañas se me olvida
Mi voluntad se expresa por medio de palabras
Mi palabra es una sucesión de silencios bien gastados
Has vuelto a mí
Como un gato que duerme entre mis sienes.
Rubén Darío Henao Ciro